Edith Vergara
"Uno se siente frágil, necesita cariño y cuidados. Mi vida cambió radicalmente, no podía caminar ni usar zapatos porque se me encresparon los dedos de los pies"
Me diagnosticaron Artritis Reumatoide (AR) cuando tenía 35 años, en esa época trabajaba en un casino. Empecé con un fuerte dolor en las muñecas, que se me irradió por todo el cuerpo. Al hospital llegué totalmente inválida, mi familia me trasladaba en andas. Debí dejar mi trabajo porque no podía caminar. Me la pasaba envuelta en un chal igual que las viejitas, hasta que un día una doctora me dijo: “Si usted está en cama, en cama se va a quedar, así que tómese todo lo que le damos aquí y trate de levantarse”. Fue tan fuerte escuchar eso, que como pude me fui incorporando, saqué fuerzas de flaqueza porque no quería quedar postrada.
Por fortuna vivía con mis padres, junto a mis cuatro hijos. Mis viejitos y mi reumatólogo fueron esenciales en mi recuperación, me trataron con mucho amor. Es que en ese momento uno se siente tan frágil, que necesita cariño y cuidados. Mi vida cambió radicalmente, no podía caminar ni usar zapatos porque se me encresparon los dedos de los pies, estuve años usando sólo zapatillas. El doctor me infiltraba la rodilla, los tobillos y las manos para que fuera capaz de moverlos. La prednisona me hinchaba mucho pero aminoraba el dolor.
Yo me refugiaba en los niños, ellos me trasladaban de un lado a otro. Pensando en ellos y en mi nieto trataba de soportar el dolor, pero igual caí con depresión y estuve con psicólogo. Sin embargo nunca perdí la fe. Mi primera meta fue lograr levantarme y así, poco a poco, fui evolucionando. La perseverancia es lo que me ha ayudado a salir adelante. Fui constante en mis terapias porque quería salir adelante, con dolor igual no más iba. En todo ese proceso, el apoyo de mi médico fue como un puntal para mí.
Cuando era joven se me produjeron algunas deformaciones, así que eso ya lo tengo, pero hace tiempo que no sufro crisis. Las terapias y los ejercicios en piscinas temperadas me ayudaron a recuperar la movilidad. Hoy me siento bien y tengo asumida mi enfermedad.
Si me duele algo pienso “ya va a pasar”, tomo mi remedio y salgo, visito a mis hijos, me reúno con amigas de VOLAR. Hace quince años que pertenezco a la liga, aquí me distraigo, hacemos paseos. El año pasado recorrimos el sur de Chile, esas actividades nos hacen sentir bien, tiran para arriba. Yo disfruto aunque ande con una pierna a la rastra, conversando me olvido de todo. Desde que existe el Plan AUGE recibo buenos remedios y mantengo la enfermedad a raya.
Testimonio de pacientes con Artritis Reumatoide
2021-03-03T15:38:38+00:00
"Uno se siente frágil, necesita cariño y cuidados. Mi vida cambió radicalmente, no podía caminar ni usar zapatos porque se me encresparon los dedos de los pies" Me diagnosticaron Artritis Reumatoide (AR) cuando tenía 35 años, en esa época trabajaba en un casino. Empecé con un fuerte dolor en las muñecas, que se me irradió por todo el cuerpo. Al hospital llegué totalmente inválida, mi familia me trasladaba en andas. Debí dejar mi trabajo porque no podía caminar. Me la pasaba envuelta en un chal igual que las viejitas, hasta que un día una doctora me dijo: “Si usted está en cama, en cama se va a quedar, así que tómese todo lo que le damos aquí y trate de levantarse”. Fue tan fuerte escuchar eso, que como pude me fui incorporando, saqué fuerzas de flaqueza porque no quería quedar postrada. Por fortuna vivía con mis padres, junto a mis cuatro hijos. Mis viejitos y mi reumatólogo fueron esenciales en mi recuperación, me trataron con mucho amor. Es que en ese momento uno se siente tan frágil, que necesita cariño y cuidados. Mi vida cambió radicalmente, no podía caminar ni usar zapatos porque se me encresparon los dedos de los pies, estuve años usando sólo zapatillas. El doctor me infiltraba la rodilla, los tobillos y las manos para que fuera capaz de moverlos. La prednisona me hinchaba mucho pero aminoraba el dolor. Yo me refugiaba en los niños, ellos me trasladaban de un lado a otro. Pensando en ellos y en mi nieto trataba de soportar el dolor, pero igual caí con depresión y estuve con psicólogo. Sin embargo nunca perdí la fe. Mi primera meta fue lograr levantarme y así, poco a poco, fui evolucionando. La perseverancia es lo que me ha ayudado a salir adelante. Fui constante en...
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